4/12/07

21/11/07

Mitos y Leyendas

Una parte fundamental de la identidad de una ciudad la constituyen sus mitos y leyendas. Un mito es una recreación artística que pone a prueba la imaginación y creatividad de sus habitantes. Una leyenda consiste en elaborar algún acontecimiento y relato acerca de un personaje real que forma parte de la vida cotidiana de la ciudad y de sus habitantes. Con el paso del tiempo, los cuencanos nos hemos divertido, asustado y convivido con muchas de ellas, algunas de ellas vienen desde tiempo coloniales.

La Piedra Encantada
Esta leyenda cuenta que en el Barrio Obrero había una gran piedra que obstaculizaba el paso a una parte de la ciudad que era considerada alejada, oscura y pantanosa. Esta piedra encantada tenía el poder de conceder el deseo que uno quisiese, sea dinero, amor, trabajo, bienes materiales o capitalizar venganzas. La piedra no hablaba con nadie y nadie escribía sobre ella. Decían que tenía memoria y que todo lo almacenaba en su interior. Además tenia el poder para castigar a los niños que eran desobedientes con sus padres por lo cual era de respeto por los traviesos menores de edad.
Los adultos mantenían esta leyenda para mantener alejado a los niños de este sitio por tratarse un lugar para encuentros amorosos.
Los Gagones

Es una criatura imaginaria que tiene forma de un perrito faldero de pequeño tamaño y de color blanco. Este animal aparecía cuando personas con grado de familiaridad tenían relaciones prohibidas y los asustaba al dar gemidos que imitaban a los lloriqueos de un bebe recién nacido. Se creía que si se atrapaba al Gagón y se lo tiznaba de negro la frente con un carbón, las frentes de las personas que este animal había sorprendido también se tiznaban de negro.



El Cura sin Cabeza
El Cura sin cabeza, nacen en el seno de la cultura popular; transmitidas vía oral; sus pasajes han sido corregidos, aumentados u omitidos, de acuerdo al encanto y carisma de sus narradores.

Estos personajes que se caracterizaban por ser estrafalarios no dudaban en poner en juego todas sus habilidades caso teatrales y su verbo suelto para captar más la atención de los más incautos, llegando en ocasiones a transformase ellos mismo en parte del cuento. Muchos de estos hombres se encuentran en la memoria de los abuelos recordándolos con simpatía, como al famoso Taita Chazna- Cacho, cuyo apodo nacía de la palabreja quichua «chazna» que significaba así y «cacho» que equivalía a sea; es decir; «así sea», que era la frase a la que contestaba a cualquier pregunta.

No se quedaba atrás el Mocho Alfaro, ardiente admirador del General Eloy Alfaro y padrino de uno de sus vástagos, que en reconocimiento al Viejo Luchador durante el periodo revolucionario hacía un alto en las esquinas para gritar Viva Alfaro, Mueran los Frailes. Otro ilustre de la época era Luis Villavicencio, mejor conocido como «Atacocos», versado en cuestiones bíblicas, se paraba en la esquina de las actuales calle Larga y Benigno Malo para regalar a los transeúntes en Semana Santa su fina capacidad de orador con su Sermón de las Tres Horas.

Cuando el estiaje asota y las noches cuencanas se vuelven frías y oscuras, la luz de una vela alumbrará la imaginación de los niños bajo el macabro relato de sus padres, que incapaces de mentir contarán la pura verdad a cerca del Cura sin Cabeza, El Farol de la Viuda, los gagones o el Perro Encadenado.

Santa Ana de los Rios


Está ubicada en un valle interandino de la sierra sur ecuatoriana, (441km al sur de Quito) a una altitud de 2535m sobre el nivel del mar. Goza de un clima típicamente templado, con una temperatura promedio de 17°C. Su población es de aproximadamente 400.000 habitantes y su superficie es de 15.730 hectáreas.Fundada en el año 1557 por orden del Virrey del Perú, don Andrés Hurtado de Mendoza, las características peculiares de su suelo y las circunstancias del mestizaje paulatino posterior, imprimieron en los habitantes una idiosincrasia única, que con el transcurrir de décadas y siglos fue labrando y forjando lo que es hoy Cuenca: el centro económico y cultural de una rica región del Ecuador, un país andino y a la vez tropical, caracterizado por contrastes y sorpresas. Años antes fue la ciudad incaica de Tomebamba, considerada cuna del inca Huayna Cápac, a su vez construida sobre lo que se cree fue Guapdondelig, urbe de la nación cañari que habitó la región centro sur del Ecuador actual.
Cuenca está considerada también como la tercera ciudad del país, luego de Quito y Guayaquil, urbes en las que se asientan los poderes político y económico. Su condición de ciudad mediana, casi franciscana y conventual aún, en comparación con estas dos metrópolis, es otro de los factores que contribuyen a que cada visitante se haga la promesa de regresar o, en el mejor de los casos, decida quedarse a residir en ella pues esta es además una ciudad que cuenta con tecnología de punta en información y electrónica, buen sistema financiero y bancario, cyber cafés, bares, discotecas, moderna infraestructura hotelera, restaurantes de todo tipo, etc.
Pero Cuenca no se limita a la ciudad en sí ni a su centro histórico, conglomerado de un patrimonio tangible e intangible. La división política del Ecuador hace que cada una de sus 22 provincias esté conformada por cantones, y estos a su vez por parroquias. Cuenca es, desde esa perspectiva, la capital de la provincia del Azuay. Como cantón se divide en 14 parroquias urbanas y 21 rurales, cada una de las cuales contribuye a incrementar con creces su esplendor, porque aporta con elementos de una riqueza cultural, arqueológica, histórica y natural, y, por todo ello, de innegable e inevitable atracción turística desde los más diversos intereses.